Noche como el día
Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle
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Padre Hugo Tagle
El mundo cristiano inicia la “semana santa”, que comenzó ayer con el “Domingo de Ramos”. Lo que es una fiesta popular enorme, con miles llenando las iglesias, se transformó en una participación vía streaming o siguiéndola por la radio. La imaginación y creatividad han servido para acercar el misterio de esta semana y de las celebraciones litúrgicas a la gente.
Que nadie se sienta solo. Los caminos para acercarnos y compartir la fe común son infinitos.
Nos adentramos al misterio grande de la pasión, muerte, pero sobre todo, Resurrección de Cristo. Un antes y un después de la Historia lo marca ese misterio insondable de un Dios hecho hombre. Sí, misterio infinito, que es oferta, gozo, provocación, abismo y desafío. Todo a la vez. Es oferta de un Dios que sale al encuentro del ser humano, hombres y mujeres; que se revela especialísimamente en y a los más pobres, abandonados, marginados, los de corazón humilde y sencillo. En Navidad, para reconocer a Jesús en el pesebre, hay que agacharse, inclinarse, arrodillarse. Si no, no se le ve.
Nos adentramos hacia el triduo pascual atolondrados, perplejos, con el corazón incierto y llenos de preguntas. ¿Cuándo terminará esta pandemia insólita? ¿Quién será el próximo contagiado? ¿Cuántos más? Nos hemos movido entre las esperanzas de un pronto término y los más oscuros escenarios, a tientas. Entre el realismo duro de los números y los esfuerzos de las autoridades ante un hecho único, desconcertante e imprevisible. De ahí que renuevo el llamado a atender a las autoridades en sus esfuerzos, a los expertos y personal sanitario. La única manera de vencer esta epidemia.
“Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo”, canta el célebre “pregón pascual” de la noche de Pascua. Una antigua oración que se canta ante el misterio de Jesús que vence a la muerte. Sí, esta semana no termina el viernes santo, con la cruz. Termina el domingo de gozo y alegría. No hay que temer. Desaparecen las tinieblas. Hay luz al final del túnel. Es la noche que “devuelve la inocencia a los caídos; la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos”.
Entrañables símbolos de Pascua son los huevos y los conejos de chocolate. ¡No dude en comprarlos y compartirlos! Ellos nos hablan de la vida que nace de algo aparentemente inerte. Con el tiempo, se hicieron de chocolate y se añadieron los conejos. Ojalá pinten algunos en familia, aprovechando estos días de encierro.
Tras la larga noche, viene la luz de la aurora. Y con ella, vigor en la esperanza y caridad.